sábado, 30 de abril de 2016

Cinco Meses y 2.50 pesos diarios: La Torre Norte de Catedral

En siete meses, la torre norte de nuestra insigne catedral basílica, cumplirá 112 años de haber sido concluida y con ella, terminada prácticamente la imagen arquitectónica que hoy nos asombra.

     Fue el 8 de diciembre de 1904, cuando después de cinco meses –leyó usted bien- ¡cinco meses!, el alarife Dámaso Muñetón, vio terminada la que, según él mismo, fue la más importante de sus obras constructivas.
     Desde mediados del siglo XVIII, la entonces iglesia parroquial mayor de las minas de Nuestra Señora de los Zacatecas, seguía en su afán de ser la mejor iglesia del norte de novohispano; sin embargo quedaría inconclusa una de sus torres por más de un siglo, debido en gran parte a las guerras de independencia y las subsecuentes que a lo largo del siglo XIX frenaron el desarrollo de la nueva nación “independiente”.
Catedral de Zactecas, 1890. Col. Sescosse.
     Fue hasta que, gracias a la famosa “Pax” porfiriana, el país pudo mantener cierta estabilidad política, alcanzó un desarrollo económico, industrial e intelectual que le mereció reconocimiento mundial. Incluso durante las tres décadas del régimen del General Porfirio Díaz, se percibió más tolerancia hacia el culto católico que en tiempos anteriores fuera tan atacado.
      Merced a este nuevo ambiente social, muchas ciudades se beneficiaron por el ingreso de capitales extranjeros que reactivaron las industrias mineras, metalúrgicas, textiles, agroindustriales, artesanales, entre otras.  En nuestra ciudad, el sector minero que en manos de compañías yanquis, británicas, algunas francesas y pocas de capital mexicano, brindaron bocanadas de aire fresco a la creación artística como nunca antes se había experimentado.
      En medio de ese esplendor, durante 1901, es cuando se piensa terminar el segundo cuerpo y su remate en cúpula de la torre norte de la ahora catedral. Como bien es sabido, desde el triunfo de la Guerra de Reforma, muchos inmuebles religiosos de culto católico pasaron a ser propiedad de particulares y del Estado Mexicano; es por ello que, para tan sólo pensar en realizar cualquier intervención en ellos, era necesario solicitar la autorización de alguna instancia del gobierno federal, la cual, a partir de la Ley de inmuebles del 18 de diciembre de 1902, correspondería a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.     
      En aquel primer año del nuevo siglo XX, correspondió al C. Gobernador del Estado Lic. Eduardo  G. Pankhurst dirigir una carta al C. Secretario de Hacienda (segundo a bordo en la jerarquía gubernamental porfiriana), Lic. José Yves Limantour, con respecto a la conclusión de las torres de la catedral en la siguiente forma:

Zacatecas, Mayo 28 de 1904.

Sr. Lic. D. José Yves Limantour, Srio del Despacho de Hacienda y Crédito Público.México.
Muy Señor mio y estimado compañero:
Como se me ha indicado que el Sr. Obispo de la Diócesis de Zacatecas desea acabar de construir una de las dos torres de la Catedral, antes de concederle el permiso que formalmente solicitará al Gobierno del Estado, que ve en ello un elemento de trabajo y una obra que hermoseará a la Ciudad, me permito consultar la autorizada opinión de U. sobre la manera de proceder a ese respec

Me es grato tener esta ocasión para mandar a U. mis recuerdos, subscribiéndome suyo afmo. [afectísimo] atento amigo y S. S. Go. Z. Pankhurst.

En virtud de la anterior, se recibió contestación por parte de la Secretaría de Hacienda el 4 de abril de 1904, exponiendo que “el permiso podrá concederse con mayor factibilidad si se acompañan a la solicitud respectiva los planos y detalles de la obra, a fin de que sea posible apreciar no solamente la solidez de esa obra, sino también su parte arquitectónica que contribuya a embellecer el edificio”.
     La obra procedió, el financiamiento provino de una notable mujer zacatecana, la Sra. Pepita Brilanti, quien viviendo en contra esquina de la catedral decía al Sr. Obispo: “me da tristeza ver  desde mi balcón, esa torre a medias, por favor, déjeme usted terminarla”.


Catedral de Zacatecas, 1904. Torre en construcción.

     Para ello se contrató al ilustre alarife Dámaso Muñetón, quien en una interesante entrevista que le fue realizada para un diario, nos legó interesantes experiencias:
Reportero (MAX): ¿En qué condiciones tomo usted las distintas figuras de la torre antigua de Catedral para dirigir la nueva?
Muñetón: Esa vez tanto el ingeniero Córdoba, como el Sr. Pankhurst, me daban el consejo de poner un castillo de madera alrededor de la torre vieja, para tomar las figuras por medio de moldes de yeso; pero a mí me pareció que este procedimiento requería un triple trabajo, y entonces me propuse y así lo llevé a efecto, tomar las figuras de la antigua torre por medio de dibujos en miniatura, subiendo por una escalera colgante. Después ampliaba los dibujos al tamaño conveniente y los distribuía entre los canteros. De esta manera fui dirigiendo el trabajo durante cinco meses, hasta quedar terminado. En las obras trabajaron como promedio, de veinte a treinta canteros y dos albañiles con dos peones.
Reportero (MAX):¿Cuál es el costo de esa importante obra?
Muñetón: Con todo y lo que se distribuyeron como “bolos” al descubrirse la torre, su importe fue de $13.000.00.
Reportero (MAX):¿Cuánto le produjo a usted en metálico este trabajo?
Muñetón: No cobré absolutamente nada extraordinario, fuera de mi sueldo de $ 2.50 diarios durante cinco meses.

Catedral de Zacatecas, 1905. Torre concluida.

Con una torre, cinco meses, 2.50 pesos diarios y la suma de voluntades, se concluyó uno de los sueños más largos de Zacatecas que desde 1731 se anhelaba, el  ver culminada su iglesia parroquial, tan capaz, que pudo llegar a ser catedral y una de las edificaciones más bellas e importantes del norte de México.
SALUDOS ¡¡¡¡     
Victor Hugo Ramírez Lozano

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